viernes

A FUERZA DE CIUDAD (1990)


Porque el deseo es una pregunta
cuya respuesta nadie sabe
Luis Cernuda 

pertenezco
a una raza de mujeres
que se destruyen
a medianoche

insinúan perfiles
voces rasgadas

son ellas
las que poseen
el triste prestigio
de abandonarse
a la caída
ellas
las que saben
de tiempos
que no necesitan
nombrarse

agotarse

olvidarse



con tantas raíces
llamándome
desde tu cuerpo
sigo intacta
esperando
el desafío



digo de mí

tráfico de grietas
incendio merecido



teniéndome cerca
de espaldas a mi nombre
interrumpida tantas veces
por desconocidos
sin misión
con restos de agua en las manos
y esos locos
ese imperio tras de mí



esos que fuimos
imagen reventada
en la orilla
pasillo
que no conduce
que arranca



rota
en los comienzo
sin tierra
sin nadie que me siga
con la única puerta
atravesada
en la piel

de todos modos
era necesario
crecer sin encontrarnos
pedir a los cielos
otra tierra



pronunciarme
otra manera
de ir por lo bajo

siempre recogiendo
agua ajena

duelen
tus bestias
invadidas
repletas de mí



sin río
sin casa
ni patio
para esperarte



hay un tiempo
de esperas
y calles altas
un hombre
un ángel
un sueño
que escribo
desde siempre
en la madera
del deseo

en los últimos rincones
de lo que
no puedo decir



hay una mujer
destinada a la sombra
que como yo
repite sus rostros
en las grietas
de una calle sin nombre

resistimos
a la mentira
de hacernos las buenas
las del árbol solo

colgamos el miedo y las ganas
y cuando nadie pregunta
cuando nos dejan sostener
raíces en los ojos

iniciamos el regreso

permitimos a extraños
adivinar lo que nos detiene



a esto
le llaman fugarse
pero
—insisto—
lo que duele
lo que asusta
no es la herida cerrada en la mesa
ni el vientre asombrado de una virgen

hablo de mecerse
y dejar caer el deseo

arrojarse uno
con todo y cuerpo
con la lengua recorriendo
un país de sexos inválidos
sin admitir apodos
asuntos indebidos

sin aferrarse
a esos muros sostenidos en la carne
a fuerza de ciudad